lunes, 13 de julio de 2015

LITERATURA: TALLER DE ESCRITURA INTENSIVO DE JADA SIRKIN

EL ARTE DEL RELATO

Jada Sirkin  dará un  taller de escritura intensivo los terceros sábados del mes en La Libre, Bolivar 646, a partir del 18 de Julio y trata sobre las imágenes de nuestra infancia. La escritora nos cuenta de que se trata la experiencia de trabajar con la materia prima real.
 
“La infancia me envía postales (…) A mí no me interesa lo que me ocultan los recuerdos, lo que puede haber atrás, sino la intensidad inolvidable de la imagen que se refleja en la memoria como una cicatriz. Lo que se ve no es el contenido del recuerdo, sino su forma.”Ricardo Piglia

Jada Sirkin directora de cine, y estudio letras en la universidad de Buenos Aires y desde chica que le gusta la escritura y editó varios libros , tiene como premisa dar  talleres de escritura creativa y a partir del 18 de Julio todos los terceros sábados del mes a las 15hs en, La Libre, Bolivar 646 dará uno sobre el arte del relato y cómo trabajar sobre los recuerdos de la infancia que es la materia prima real. La escritora cuenta de que se trata esa experiencia.

La materia prima personal, “real”, ya está interpretada, leída, filtrada, modelada: ya es, en ese sentido, “ficción”. O sea, la labor con el material personal es labor con las propias ficciones (construcciones), las propias mitologías.
Muchas veces (a quién no le pasó) recordamos más la fotografía que el momento en sí. Muchas veces recordamos el recuerdo de lo que pasó, lo que se elaboró y narró sobre el suceso, lo que se repitió a lo largo del tiempo, las palabras que se le imprimieron a los hechos. ¿No te pasa que contás algo y lo contás siempre igual?
Tenemos esta inclinación a fijar significados (o sentidos) para las experiencias. Sacamos conclusiones y creemos que las experiencias significan una sola cosa; y además nos olvidamos que sacamos esas conclusiones y que etiquetamos las experiencias. Así, dejamos de verlas cosas, y pasamos a reconocerlas, a ver sus etiquetas. Ya no vemos el mundo, sino nuestras opiniones sobre el mundo. O, a lo sumo, vemos el mundo a través del cristal de nuestras opiniones. Podemos pensar en el arte como el agua caliente que despega la etiqueta del frasco de vidrio, que devuelve la posibilidad de ver las cosas, de crearlas y recrearlas.
Un gesto (una mano levantada, por ejemplo) puede ser leído como “chau” o como “vamos”. Sobre los cimientos de esa elección, construímos una vida. Construímos nuestras vidas sobre los cimientos de las decisiones que tomamos acerca del significado de los gestos (vacíos) del mundo.
El arte nos permite reformular ese gesto, vaciarlo (limpiarlo) de los contenidos que le inyectamos, y liberarlo para que diga todo lo que quiera decir. El arte nos permite descontextualizar y recontextualizar para descubrir nuevas lecturas sobre las cosas; combinar y recombinar para multiplicar los sentidos.
Dejar a la obra hablar, que la obra pueda decir cosas que uno ni podría imaginar, como una criatura que cobra vida. Dejar que la obra me sorprenda, dejar al monstruo moverse y hablar. Más que usar a la obra para decir algo, usar el material para crear una obra que diga algo.
El arte del relato (la relación) me obliga a no cerrar los circuitos del sentido. Para relacionar (tejer), los hilos necesitan estar sueltos.
Como escritor de relatos, vivo los días con las antenas cazando retazos del mundo. La posibilidad de incluír cada acontecimiento (o sus fragmentos) como elemento de un relato (tejido) me lleva a la saludable práctica de desconfiar, sistemáticamente, de la realidad de los significados implantados en dichos acontecimientos. Pues la fijación de los sentidos (o significados) reduce las posibilidades de relacionar. En términos químicos, el átomo pierde la libertad de sus electrones para unirse a otros elementos. Valencia, dice el diccionario, identifica a la cifra que da cuenta de las posibilidades de combinación que tiene un átomo respecto a otros para lograr constituír un compuesto.
Por debajo de la red de emociones que sobrevienen como resultado de la inyección de significados en un acontecimiento, existiría otro tipo de emoción, la emoción pura, que es signo de la resonancia de todas las cosas con todas las cosas. Es esa emoción que no acepta el nombre de ninguna emoción, algo así como la emoción del existir.
Mi exploración, hoy, en relación al trabajo con el material “personal”, o “real”, tiene que ver con esta liberación de los elementos, la liberación de la materia prima. Más que reproducir las emociones asociadas a las experiencias de la vida, busco de alguna manera desarmar los vínculos obligados entre las experiencias y sus emociones para que, liberados los elementos de la responsabilidad de narrar, puedan, en la superficie del texto, crear nuevas emociones -emocioes que podríamos llamar movimientos artísticos.
Es indescriptible la sorpresa –la emoción estética- que produce el sacar un elemento de contexto y hacerlo colisionar con otros elementos y entrar en otros contextos. El texto, como textura o red, se vuelve un campo infinito de posibilidades. La ficción deviene un jardín en que todo puede entrar en contacto con todo. En la ficción, la realidad vuela.
En principio la operación parece caótica. Y hay algo de caótico en la primera sacudida que implica arrancar un recuerdo, por ejemplo, de su contexto significante. Pero luego el trabajo de artesano consiste, como el del doctor Frankenstein, en tejer, y a veces dejar que solos se tejan, los retazos, y entre ellos los infinitos posibles sentidos.
A veces creemos que imaginar es crear cosas nuevas. Tal vez imaginar se trate, más bien, de crear nuevas relaciones entre las cosas. El sólo acto de dudar del significado de nuestras experiencias de vida –acto que en sí parece pedir cierto coraje- debilita las conexiones significantes automatizadas, y permite la resignificación creativa, la asociación ilícita, el juego poético promiscuo, el descontrol semántico, la sorpresa cognitiva, el delirio perceptivo, la fiesta del arte.


El taller de escritura intensivo todos los terceros sábados de cada mes. 18 de julio y 15 de agosto a las 15 hs, en La libre Bolívar 646 (San Telmo). Contacto: dandembira@gmail.com

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