miércoles, 10 de diciembre de 2014

TEATRO: ESTO ES TAN SOLO LA MITAD... DE TODO AQUELLO QUE ME CONTASTE

IDENTIDAD, DISCREPANCIAS Y ESFUERZO
En la obras Esto es tan solo la mitad …de todo aquello que me contaste que sale a escena los domingos a las 19hs y a las 20hs en el Espacio Polonio Fitz Roy 1477, se puede apreciar dos familias unidas por un padre que fallece y tendrán que estar juntas en el velatorio. Su director Pablo Bellocchio, dialogó con Baldosas Flojas sobre cómo surgió el guión, el humor, las tecnologías y la reacción del público.

Dos familias en un velatorio de la persona que las unió, el padre,  es el puntapié inicial de las obras Esto es tan solo la mitad… de todo aquello que me contaste, que salen a escena los domingos a las 19hs y 20hs en el espacio Polonio Fitz Roy 1477. En ellas se puede apreciar la falta de dialogó de los integrantes, los egos, las envidias y las incógnitas que no se quieren desvelar, todo atravesado por un humor negro que deja pensando. Su director Pablo Bellochio dialogó con Baldosas Flojas y nos contó de la necesidad de escribir el guión, la risa, la reacción del público, la tecnología y la elección de los actores.

¿Cómo se te ocurrió o se te acercó el guión de la obra?
El texto nació, como siempre, de una necesidad de hablar sobre un tema específico. Ese tema era nuestra identidad. Cuando digo "nuestra" hablo de nuestra identidad como seres humanos. ¿Cómo hacemos para sobreponernos a todo lo que pueda pasarnos y aun así forjarnos una vida? Por lo general los temas sobre los que uno quiere hablar son los mismos, y son todos temas grandes; enormes. Lo que los hace distintos es la manera de contarlos. Con esta obra para hablar del tema de la identidad quise trasladarle al espectador una pregunta fundamental: ¿Me quedo con tan solo una parte de lo que se o trato de profundizar un poco más? De ahí que la historia esté partida en dos obras. Por eso esa elección a la hora de escribirla.
¿Crees que en todas las familias hay falta de diálogo y de confianza?
No, pero sí creo que la familia ha ido evolucionando con el paso del tiempo. Creo que, indudablemente, el concepto de familia está mutando. Los vínculos humanos en general están tendiendo a la falta de diálogo o a los malos entendidos. Y, si bien es claro que la familia, como concepto, pasa por un momento de crisis, tengo una visión esperanzada de las crisis. Siempre sale algo bueno de los conflictos. Por algo surgen y definitivamente hacia algo van.
El  humor que tiene la obra es muy espontaneo y cotidiano, ¿Surgió al ir haciendo la puesta en escena o ya lo tenías pensado de antemano?
El humor con el que se cuenta esta historia es el resultado de tres procesos: El de ensayos, el de escritura y el de funciones y ensayos post-estreno. En definitiva, creo que en los procesos de creación todo lo que sucede tiene que ir surgiendo en el intercambio entre los actores y el director. Si me cierro demasiado a mi idea, me pierdo de un montón de cosas que los actores aportan constantemente; y si, por el contrario, solo me valgo de lo que aportan los actores y no lo cruzo con lo que yo quiero, la obra se desmadra y el cuentito que queremos contar naufraga. El humor de la obra definitivamente nace del proceso de trabajo. Un proceso que no finaliza nunca. El día en que finalice será porque dimos de baja el espectáculo.
¿Se lo puede considerar humor negro?
Si. La situación de velorio en la que transcurre la obra sumada a la acidez y la crudeza con la que tocamos ciertos temas da como resultado eso. A mí, particularmente, es el único humor que me hace reír de verdad. El humor que se ríe de nuestros lugares más oscuros. Es sanador. Sirve como exorcismo de cierta rigidez de la vida que mucho no soporto. 
¿Te importa la reacción del público durante y después de la obra?
Al que diga que no le importa nada la reacción del público no le creo. A mí me importa. El teatro debe ser, en cierta manera, un diálogo con el espectador. Debe cuestionarlo. Debe generarle preguntas. Una obra que deja afuera al espectador, de esas en las que uno se va sin entender absolutamente nada, para mí, no es una obra. Es en todo caso un ejercicio egocéntrico puesto en escena. El teatro sirve para compartirnos un poco la vida. Y como parte de ese compartir, me importa y mucho lo que se lleven los demás. Esto no quiere decir que se condicione lo que hago por lo que piensen los otros. Para nada. Yo sé de lo que quiero hablar. Esa es mi brújula. Pero por supuesto, hago teatro para compartirlo con el público, no solamente para mí.
Esas dos mitades de familia son tan iguales y tan distintas pensás que  los egos y envidia hacen no poder interactuar?
Creo por sobre todas las cosas que en estas dos familias hay un hecho fundamental que las diferencia: En una familia han tenido a su padre represor ahí presente con ellos todo el tiempo. Fueron criados bajo el manto del silencio que este tipo les impuso. Eso los hace temerosos a la hora de decirse las cosas. Los hace presos de ellos mismos. La otra familia, la de San Juan, vivió con un padre ausente. Esto los ha dejado mareados, llenos de sed de respuestas, pero con mucho miedo a encontrarlas.  Creo que el punto en común entre ambas familias es el miedo. Miedo a saber. Miedo a no saber. Miedo a accionar y también a quedarse quietos. Están en un momento en donde han llegado al borde del precipicio y no les queda otra más que saltar.
¿Con la tecnología se pierde la comunicación o es algo que siempre fue así en las familias?
La tecnología es una herramienta. Cómo buena herramienta depende de nosotros y de para que la usemos. Un destornillador nos puede servir para abrir una puerta o también para clavárselo en el pecho a un vecino. La incomunicación nace de los malos entendidos y los malos entendidos vienen desde mucho antes que el chat. Es cierto que si usamos únicamente Whatsapp para comunicarnos con nuestra pareja lo más probable es que nos separemos, pero entonces el problema no es el Whatsapp. El problema es el terror que nos da mirarnos a la cara y decirnos las cosas de frente.
La obra demuestra que las vidas de las personas rigen también por la historia política de un país. ¿Lo pensaron desde ahí?
Particularmente no pensé en eso cuando la escribía pero creo que uno no puede escindirse de la política. El que dice "A mí la política no me interesa" no se da cuenta que uno hace política hasta cuando se cepilla los dientes. En todo caso no le interesará la política partidaria. Ese es otro asunto y otra discusión. Pero nuestras vidas se rigen por la política y es absolutamente imposible escapar de eso. Uno vive de acuerdo a una serie de ideologías. Hasta la ideología de no tener ideologías es una ideología en sí misma. 
¿Cómo fue la selección de los actores?
La selección de actores fue parte de un proceso que trasciende las fronteras de ésta obra y que aun hoy continua. Mi idea fue y sigue siendo la de formar un grupo en donde, con nuestras diferencias, compartamos las ganas de contar historias. Los actores que elegí para este proyecto fueron por un lado, compañeros con los que ya había trabajado y por el otro conocidos con los que, charlando, encontramos una serie de objetivos en común. El resto se va armando en el trabajo.
Si tuvieras que comparar la obra con un jugador de fútbol, una comida, un color, un lugar, etc. ¿Con qué lo harías?

La obra es un Ortigoza. Un gordito que a fuerza de un poco de talento, pero por sobre todas las cosas, de mucho laburo, te termina dando una Libertadores. Todavía no salimos "campeones de América"... pero si no me gustara soñar no sería hincha de San Lorenzo. 
¿Crees que a través de una obra de teatro se puede generar consciencia o dejar pensando al espectador?
Ya lo dije un poco antes, pero no solo creo que se puede, creo que para los que hacemos teatro, dejarle preguntas al espectador debería ser una obligación. Ojo, no digo dejar respuestas. No somos dioses y no está bueno decirle al espectador cómo debe pensar. Pero creo que si vamos a tomarnos el esfuerzo que implica montar una obra de teatro, lo mínimo que podemos pretender es que el tipo o la mina que venga a vernos se vaya un poquito movilizado. También debemos entretener. Pero para solamente entretener ya hay un montón de industrias trabajando. El teatro no es una industria ni debe serlo. Es un oficio. Y desde ese lugar estamos obligados a tratar de movilizar a los demás.



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