sábado, 31 de enero de 2009

Nunca te olvidaremos


Alejandro Sokol cumpliría este viernes 30 de enero, 49 años. No está con nosotros, pero el mundo rockero lo mantendrá vigente siempre por su actitud rebelde que tanto hace falta en estos momentos.

Cuando uno está de vacaciones trata de disfrutar al máximo el tiempo: ir a la playa o a pasear por el lugar de veraneo, salir, volver, descansar... El tiempo dedicado a las noticias, aquí, era muy poco.
Pero por fuerzas mayores a veces uno se entera de las cosas. Así fue que este martes 13 de enero, después de volver de la playa, me enteré que Alejandro Sokol había fallecido por un ataque paro respiratorio.
La noticia me dejó perplejo, quisiera que no fuera cierto. La angustia y los recuerdos que provocó su partida preveía una jornada difícil.
No hace mucho que lo vi
cantar con El Vuelto, su nueva banda, después de la desvinculación de Las Pelotas, en el Microestadio de Argentinos. Allí, el “Bocha”, con muchas ganas, bailaba con temas de sus bandas preferidas, de Sumo y otros tantos de su nuevo proyecto
Pensar que no estará más arriba de un escenario es algo difícil de imaginar. Pero así será, aunque la memoria siempre lo tendrá presente como este 30 de enero, fecha en la que hubiese cumplido 49 años.
Llamativamente los medios toman a su muerte como un hecho aislado y sospechosamente, algunos, como es lógico, lo tildan de “rockero” y “reventado”. Para Baldosas Flojas, sin embargo, Sokol estará siempre presente como un tipo que portó la bandera de la rebeldía, por pensar que con una canción se puede cambiar la forma de vida o generar conciencia y no aceptar lo que nos imponen. Eso era Sokol, eso, es ser rebelde.
Estos tiempos, en los que la cirsis
se roba todos los títulos de los matutinos y no dejan lugar para pensar, alguien que pensaba en intentar cambiar, debe estar, si dudas, bien protegido en nuestro corazón. “Bocha”, nunca te olvidaremos...


Darío Gunsberg

jueves, 29 de enero de 2009

"¡Amigos, no hay amigos!", exclamó el filósofo


"«¡Amigos, no hay amigos». Más bien se confesará: sí hay amigos, pero es el error, la ilusión acerca de ti lo que los ha conducido a ti; y deben aprender a callar para seguir siendo amigos tuyos; pues casi siempre tales relaciones humanas estriban en que nunca se digan, ni siquiera se rocen, cierto par de cosas; pero en cuanto estas piedrecitas echan a rodar, la amistad va detrás y se rompe. ¿Hay hombres que no resultarán mortalmente heridos si se enterasen de lo que sus más íntimos amigos saben de ellos en el fondo?", pregunta el filosofo Friedrich Nietzsche, quien con una sinceridad absoluta marca algunas pautas, para nada convencionales, respecto de la amistad. “El último encuentro”, de Sándor Márai (novelista, ensayista y dramaturgo húngaro) corre por estos carriles. Dos preguntas. Dos amigos que compartieron más de la mitad de su vida juntos se reencuentran con el propósito de develar los secretos que se interponen entre ellos. Una cena, con charlas que recorren viejos tiempos, por senderos, a veces bifurcados, se adueña de la puesta dirigida por Gabriela Izcovich.

“El último encuentro”, que con sobrada experiencia interpretan Duilio Marzio, Fernando Heredia e Hilda Bernard, pone en discusión algunos convencionalismos relacionados con las traiciones y las fidelidades. Se arriesga a buscar una vuelta de tuerca más noble a un relación a menudo conflictiva, atada a circunstancias particulares muchas veces condicionantes.
La obra abre y cierra puertas, deja puntos suspensivos y atrapan las conversaciones profundas. Dos amigos y una vida por delante. Dos amigos y la muerte por delante. Nada más y nada menos...


Jimena Coultas.
Especial para Baldosas Flojas


“El último encuentro”, de Sándor Márai
Dirección: Gabriela Izcovich
Interpretes: Duilio Marzio, Fernando Heredia e Hilda Bernard
Teatro La Comedia, Rodríguez Peña 1062, Ciudad de Buenos Aires
Funciones: Jueves, viernes y sábados 21. Domingos 20.30
Entradas: Desde $ 65

Cómo se curan las heridas

Lucila Teste comienza a girar sobre su eje con las manos abiertas. Una música fina pero imprescindible acompaña las vueltas. Gira con torpeza, como los chicos, esperando el mareo final. De un momento a otro, dos o tres gritos desgarradores se suceden. La actriz está naciendo, Lucila Teste es hija de la dictadura. El recorrido que propone la puesta así lo plantea. Se presiente. En la obra, Teste quiere compartir su experiencia con el público: llorar, gritar, jugar con los personajes. La dictadura le robó todo, marcó sus tiempos y condicionó su crecimiento. Cuando se enteró que sus padres integran la lista de desaparecidos, no entendió. Cuando entendió los porques, su infancia le pareció ajena.

El monólogo autobiográfico que elaboró Lucila Teste junto a Arià Clotet es un ir y venir de recuerdos, mezclas de frustraciones e impotencias, con los golpes bajos propios e inevitables del caso que cargan de sentimientos la puesta. Un manejo de los espacios que recrea paso a paso sus desventuras, pero que, no obstante, generan lugar a un halo finito, casi imperceptible, de esperanza que resultaría difícil de explicar en pocas líneas. Un bello poema de Juan Gelman recorre la obra con la mediación vocal de Cecilia Roth:

“...Con este poema no tomarás el poder, dicen...
Con estos versos no harás la revolución, dicen...
Ni con miles de versos harás la revolución, dicen...”

“HIJA de la dictadura argentina”. Monólogo autobiográfico, de Lucila Teste y Arià Clotet.
Dirección: Arià Clotet
Interprete: Lucila Teste
Sala Osvaldo Pugliese del Centro Cultural de la Cooperación, Avenida Corrientes 1543, Ciudad de Buenos Aires
Funciones: Desde el viernes 30 de enero, 6, 13, 20 y 27 de febrero a las 21. Cinco únicas funciones.
Entradas: $ 30


Lucas Frioli




Fin de semana de rock

Si estás en la Costa Atlántica o en Buenos Aires, Baldosas Flojas te recomienda algunos espectáculos.


Viernes 29 de enero

Mística

Parada 23, Costanera y 23, Santa Teresita. A las 16.

La Petisa

Mr. John Bar, 32 entre 5 y 6, Santa Teresita. A la 1.30.

Científicos del Palo

La Mula Plateada, Alem 3425, Mar del Plata. A las 23.30.

Riddim y Kameleba

Abbey Road, Juan B. Justo 620, Mar del Plata. A las 24.


Sábado 30 de enero

Mística

Mr. John, 32 y 5, Santa Teresita. A las 22.

Las Pastillas del Abuelo (a las 19.15), La Franela (a las 18.15) y Pablo Guerra (a las 17.30)

Parque Roca, Roca 3490. Gratarola


Domingo 1 de febrero

Cielo Razzo

En Playa Morena, Gualeguaychú, Entre Ríos. A las 17.



lunes, 26 de enero de 2009

Entrevista a Ingrid Pelicori: “El teatro es un lugar de resistencia”

La actriz charló sobre la obra “Grande y pequeño”, de Botho Strauss que protagoniza junto a Horacio Roca en el Centro Cultural de la Cooperación.


Ingrid Pelicori habla con la pausa propia de la tranquilidad. Esa pausa, sin embargo, se irá desvaneciendo cuando el tema a explicar le resulte más o menos visceral. A mucha distancia, incluso, se percibe su amor incondicional al teatro y a casi todo lo que lo constituye. Participó en más de treinta obras. Es, además de actriz, psicóloga, egresada de la Universidad de Buenos Aires y traductora. Sus palabras fluyen casi a la par de sus razonamientos, vuelve a los temas de fondo todo el tiempo y no se pierde de la pregunta en cuestión.
Carlota, sin embargo, deambula con sus tragedias, va y viene, busca, pero poco encuentra. Es ilusa y demostrativa. “Es un personaje tan frágil, vulnerable y tan lleno de amor que no sabe donde ponerlo porque, además, ella ahoga a la gente. Pero este personaje muestra al mundo cómo es. Es un mundo muy poco receptivo a lo sensible, es un mundo duro, egoísta, con poca piedad, con poca compasión. Es una critica a nuestro mundo, a nuestra sociedad”, explica Pelicori sobre Carlota, la mujer que encarna en la obra “Grande y pequeño”, de Botho Strauss y que protagoniza junto a Horacio Roca.
Carlota parece un personaje particular, pero no lo es. Es decir, pueden encontrarse muchas mujeres con esas características.... ¿Qué piensa al respecto?
Sí. Con el público nos viene pasando mucho. Te dicen “soy yo, soy yo...” O te dicen: “Soy yo en una época” o “es mi tía”. Es que hay algo reconocible, pero hay algo reconocible a nivel universal. Esa necesidad de amor tan enorme que no se puede colmar. Ese huir de la soledad de una manera tan graciosa, patética y conmovedora a la vez es reconocible. La soledad es parte de nuestra condición. Todos queremos no estar solos y todos estamos solos. En este sentido, este personaje lo lleva como a un colmo, pero en ese colmo hay una verdad profunda de todas las personas...
¿Qué opinión le merece la dramaturgia de “Grande y pequeño”?
Es una obra que a mí me entusiasmó mucho por eso nos embarcamos en hacerla, de encontrarle una manera para hacerla porque en realidad la obra tiene muchos personajes y una protagonista. La protagonista sí, es el personaje que hago yo, los otros personajes en esta puesta están realizados por un solo actor que es Horacio Roca. Con el director Manolo Iedvabni se resolvió hacer todo con un único actor. Es, a la vez, un maestro de ceremonia, donde él mismo va creando los distintos espacios escénicos. Botho Strauss es un autor muy importante en Alemania, de los dramaturgos vivos, es, quizás, el más reconocido, se lo representa mucho en Alemania y en toda Europa. Por alguna extraña razón en Buenos Aires se lo ha conocido muy poco. Solamente se hizo antes una sola obra de él que se llamaba “El tiempo y la habitación” que también la dirigió Manuel Iedvabni. Es un autor muy importante, un gran autor que toca los grandes temas de la condición humana con gran profundidad, con gran humor, con ternura y mucha poesía. Además son personajes que para los actores es un placer poder realizar
Junto a Manuel Iedvabni participó ya en dos puestas: “Conversación en la casa Stein sobre el ausente Sr. Von Goethe”, de Peter Hacks y “La buena persona de Se-Chuan”, de Bertolt Brecht. “Con Manolo nos une una relación muy linda, hemos trabajado mucho y somos amigos. Él cree mucho en el actor, lo estimula y además sabe lo que quiere del


espectáculo, lo que quiere decir y lo que quiere provocar”, reflexiona quien con los años se encaminó como una de las mejores actrices a nivel nacional.
“Grande y pequeño” es difícil de clasificar. Se mezclan allí cuestiones existenciales y humoradas. La obra del alemán Botho Strauss provoca conforme a características propias de la comedia y del drama unidas, ensambladas con cuidado a veces y sin tanto reparo en otras. Ingrid Pelicori dice que “corresponde a la nueva dramaturgia en la que las cosas no son tan claras. La comedia, la tragedia, el drama. En esta hay humor, pero también hay un derrotero que también es conmovedor. Alguien que es una perdedora que va por la vida buscando el sentido, que no lo encuentra y, poco a poco, va enloqueciendo. O sea, también es duro, también habla de un mundo muy individualista, egoísta. Es una obra que tiene muchas resonancias, por muchos lugares y temas profundos, temas importantes de la condición humana.
¿Considera usted que el teatro es un espacio donde la critica al capitalismo y sus procesos de individualización son más firmes?
El teatro es un lugar de resistencia. Resistencia a ciertas cosas del capitalismo, por ejemplo, desinterés económico, más allá que exista un negocio en el teatro. Esta enorme cartelera de la que estamos orgullosos de Buenos Aires, muchas veces significa muy poca rentabilidad para las personas que lo hacen. A parte de eso, el teatro es un lugar de encuentro entre las personas, es un lugar donde con poco se puede producir, a veces, no hace falta una gran producción para hacer algo de calidad y donde este encuentro entre los humanos se produzca. El hecho teatral es una reunión entre personas donde todas juntas se ríen, llorar y celebran a la condición humana y eso, de por sí es una resistencia al capitalismo.
Si Ingrid Pelicori tendría que elegir una frase de la obra, aquélla que más la conmovió o mas la hizo pensar, optaría por: “Desde que conozco la preocupación no necesito ilusiones ni alegrías, la preocupación es capaz de llenar totalmente al hombre, la alegría nunca podrá conseguirlo...”


Lucas Frioli

Entrevista a Lucila Teste: “Me es difícil tomar distancia para analizar la dictadura”

Presentará en cinco únicas funciones su obra “Hija de la dictadura argentina”, en el Centro Cultural de la Cooperación. “Venir a Buenos Aires a hacer la obra cierra el círculo por el cual comenzó todo esto”, explica la actriz.

“Hija es mi homenaje personal a mis padres y, a los que como ellos, soñaban con un mundo mejor”, dice Lucila Teste, la actriz que se atrevió a llevar al teatro la historia que marcó su vida. Hija de desaparecidos durante la última dictadura militar, Teste armó y coordinó junto a Ariä Clotet la obra “Hija de la dictadura argentina” que ya se presentó en varias ocasiones en el ciclo “Teatro por la identidad” y que desde el 30 de enero hasta el 27 de febrero podrá verse todos los viernes a las 21 en el Centro Cultural de la Cooperación.
¿Sobre que trata “Hija de la dictadura...”, cómo surge y por qué?
Hija en un monólogo autobiográfico en el que narro, a través de pequeñas anécdotas, mi historia como hija de dos abogados desaparecidos durante la última dictadura militar argentina, en noviembre del 76. Surge a través de mi viaje a Barcelona, hace ya 8 años, y como una necesidad personal de enseñar a través de mi arte, que es el teatro, mi búsqueda personal.

¿Qué significa para vos hacer esta obra en Buenos Aires?
Venir a Buenos Aires a hacer la obra cierra el círculo por el cual comenzó todo esto. La pieza trabaja sobre la idea de ritual circular y comienza con mi viaje. Hacerla acá cierra ese viaje y da sentido a su razón de existir. Además de enfrentarme a mí misma, con las sensaciones más fuertes que la obra puede generar, por su cercanía con la herida, que considero aún abierta.
A casi 33 años del comienzo de la última y más cruel dictadura en la Argentina, ¿cómo la analizas desde afuera?
Me es difícil tomar distancia para analizar la dictadura, ya que soy una víctima directa de ella. La herida que ha dejado la dictadura sobre la sociedad argentina es muy difícil de digerir. La generación de los hijos somos parte de este proceso de recuperación. Y seguramente, nuestros hijos también lo serán.
¿Es esta una obra con un perfil basado en la puesta en tela de juicio de lo identitario?
No lo pone en tela de juicio. Pero sí explica mi búsqueda personal de mi propia identidad. Una historia, que quise compartir con el público.

Lucila Teste nació en Buenos Aires, en 1976. En 2000 se radicó en Barcelona, España, donde continuó su trabajo como actriz. En la distancia, lejos de esta tierra mezquina que sólo le ha convidado tragos amargos, pero que, sin embargo, no se resiste a resignar, perfeccionó sus estudios en danza contemporánea y se le animo al tango. Es, además, integrante de la “Asociación de Actores y Directores profesionales de Catalunya”, de la Asociación de mujeres creadoras “Projecte Vaca” y miembro-fundadora de la Compañía Entropia Zero, en la que participa como actriz y creadora de distintas puestas. La secuelas de la dictadura todavía le duelen, no obstante el teatro, parece, la libera de las ataduras que predestinaron su vida. Como muchos, Teste busca compartir el dolor.
¿Qué diferencias existen entre Barcelona y Buenos Aires a nivel teatral? En cuanto a espacios, actores, escuelas, obras...

Cuando voy a Buenos Aires y veo la cantidad de teatros que se han abierto en los últimos años, las salas llenas, y la gente recomendándote obras para ir a ver, reconozco que me da un poco de envidia, ya que a Barcelona le falta mucho para esto. La cultura del teatro en Buenos Aires ha tenido un resurgir increíble. Casi cualquier espacio es válido para montar una pequeña sala de teatro.
En Barcelona esto es más difícil. Sin embargo, se ven obras muy interesantes con influencias del teatro que se hace en el resto de Europa. En este sentido es vanguardista, y da lugar a la experimentación.
A nivel de escuela, el teatro en Argentina trabaja a partir de la creatividad del propio actor, y a veces se queda sólo en lo mental. En Barcelona, he aprendido a trabajar a partir del cuerpo y de las emociones que pasan a través de él, como un trabajo más físico, y para mí, más real. Creo que la combinación de ambos trabajos es lo interesante.


Lucas Frioli

martes, 20 de enero de 2009

Entrevista a Lizardo Laphitz: “A mí me tocan muchas cosas de mí personaje”

Actúa y dirige en la obra “Cena entre amigos”, de Donald Margulies. Dice que Agustín Alezzo es su maestro y que pensó mucho la posibilidad de volver a actuar. Laphitz se siente a gusto con su personaje “porque, como todos, Tomás necesita ser escuchado sin ser juzgado. Eso es muy importante”





“Cuando la leí, sentí que tenía que actuarla. Sentí que tenía ganas de volver a actuar...”, recuerda que reflexionó Lizardo Laphitz cuando la actriz Cecilia Chiarandini le acercó la obra “Cena entre amigos”, del estadounidense Donald Margulies. Como a su personaje Tomás, le costó mucho tomar la decisión, pero no se arrepiente. Lo enorgullecen, las cuatro funciones semanales en “El duende”, la sala de su “maestro” Agustín Alezzo con la mayoría de las butacas ocupadas. “En principio no estaba en los planes de que él dirigiera. Le alcanzamos la obra para charlar y compartir ideas. Yo trabajo con él desde hace 32 años. Le encantó la obra y cuando estábamos hablando, en un momento me dijo que quería sumarse, que quería trabajar. Yo, encantado, porque él es mi maestro. Trabajar con él es seguir aprendiendo”, explica respecto a la impensada situación de codirigir esta puesta con Agustín Alezzo, uno de los más importantes y respetados directores del país.

¿Por qué eligieron esta obra de Margulies?

No sé, surgió así, sin pensarlo. La obra es muy buena. Es una obra que está muy bien escrita, es una obra sencilla, donde toca un tema que es bastante importante, como la convivencia, el matrimonio... Es un material que nos gustó mucho y además porque tiene mucho humor. Esto es importante

La obra es una critica a las uniones forzadas, los matrimonios estancados, el terror a la soledad y el miedo al cambio... ¿Cuánto consideras que se manifiesta esto en nuestra sociedad?

Yo no diría que es una critica. Margulies, con mucha inteligencia, muestra las distintas posiciones, los distintos puntos de vista con respecto a esas cosas. Nunca juzga, nunca critica. Muestra cómo la gente vive esas situaciones y las elecciones que hacen algunos y los efectos que tiene sobre otros. En este caso, son dos parejas muy amigas, de toda la vida. El conflicto se plantea a partir de que uno de ellos decide separarse y encarar una nueva relación y lo que produce en el otro matrimonio... Creo que esto sucede mucho en esta sociedad, sabemos cuántas separaciones y cuántas cosas hay. Todo lo que pasa en una ruptura. Es algo muy común, muy corriente, lo vemos a diario...

¿Qué piensa de su personaje Tomás, por momentos, puesto en el rol del malo de la película?

No lo vivo como el malo de la película. Con los amigos se plantea como una cosa que no está bien y él tiene sus argumentos que a mí me parecen muy válidos. Yo lo defiendo totalmente. Además como actor tengo que defenderlo, sino no lo podría actuar. Es una posición de las tantas que hay en estas situaciones. A mí me parece que si él lo siente así, si es su deseo, su necesidad, me parece correcto, como también entiendo la necesidad del otro matrimonio de no enfrentar eso. Entiendo también que el otro matrimonio busqué todas esas cosas que hagan posible que ellos sigan juntos, más allá de que tengan las carencias que tienen, las dificultades que tienen. Cada uno hace lo que puede...

La obra es intensa, está permanentemente en un ritmo en el que siempre parece que está por pasar algo importante y la atención no se pierde durante la puesta... ¿Cómo se logra mantener la atención del espectador?

Si uno acierta en el ritmo de la obra, ya está acertando mucho. En el que está escrito. Evidentemente el autor, tiene una idea muy clara de la estructura y si uno pesca eso, ocurre eso, captas la atención del espectador permanentemente,. Si vos cerrás ese ritmo, se puede volver difícil. Esa obra, si no está en ese ritmo, se hace insostenible. Si no tiene el humor que tiene, me aparece que también no se puede sostener.

¿Qué frase es la que más lo cautivó de su personaje?

No sé si hay una. A mí me tocan muchas cosas de mí personaje, por ejemplo, porque, como todos, Tomás necesita ser escuchado sin ser juzgado. Eso es muy importante. Esta necesidad de ser escuchado, sin ser juzgado, es muy importante. Nosotros juzgamos a la gente sin escuchar, ni comprender hondamente lo que está ocurriendo. Creo que perdemos de vista al otro. Yo tengo mucho contacto con la gente adolescente. Cuando él dice: “qué ejemplo le estaría dando a mis hijos, todos somos incapaces de cambiar nuestras vidas, si hiciste algo mal, te equivocaste, qué lastima, tenés que vivir el resto de tu vida con esto”. A mí me parece que esto redondea un poco el pensamiento de él y me parece muy sano lo que el dice. Yo escucho, por otro lado, a mis alumnos en clase y dicen: “yo no entiendo porque no se separan, si viven tan mal”. Muchos matrimonios permanecen juntos para no amargar a sus hijos, pero están sosteniendo algo que no tiene sentido...



Lucas Frioli

domingo, 18 de enero de 2009

El amor en los tiempos del cólera


Las dificultades que los hombres enfrentan para escaparle a la soledad. Quizá se resuma en esta afirmación la consigna central de “Cena entre amigos”, una obra de Donald Margulies codirigida por Agustín Alezzo y Lizardo Laphitz. La historia se sumerge en la relación de dos parejas amigas y en los conflictos que aparecen en los cuatro protagonistas cuando una de ellas se rompe. Sofia (Cecilia Chiarandini) y Gabriel (Roberto Vallejos) formaron una familia y fueron ellos quienes provocaron que Inés (Nora Kaleka) y Tomás (Lizardo Liphitz) se conocieran. Cuando Inés se quiebra y cuenta a sus amigos que Tomás la abandonó por otra mujer, mucho más joven, la obra se enciende y poco a poco adquiere climas y ambientes provocadores, audaces e intensos. Es una puesta sumamente reflexiva y crítica respecto de ciertas uniones. La comicidad le quita dramatismo, la vuelve más costumbrista con algunos gags que contribuyen a generar una visión más porteña. La puesta es intensa, la atención no se pierde en casi ninguna escena producto de un trabajo actoral parejo y bien ensamblado. Del ingenio de Alezzo poco puede agregarse. “Cena entre amigos” es filosófica y productiva, revela las complejidades que suscitan muchas relaciones de pareja, privilegia la palabra y el amor como elementos principales. Dice Inés, de Tomás: “pasaba horas sin decir una palabra”. Dice Tomás, de Inés, “nunca una caricia, un beso, nada...” Muchos matrimonios se rompen, otros resisten, pero muchos naufragan en la monotonía y el miedo a la soledad.

“Cena entre amigos”, de Donald Margulies
Dirección: Agustín Alezzo y Lizardo Laphitz
Interpretes:
Cecilia Chiarandini, Roberto Vallejos, Nora Kaleka y Lizardo Laphitz
Teatro El Duende, Avenida Córdoba 2797, Ciudad de Buenos Aires
Funciones: Jueves, viernes y sábados 22.30. Domingos 21.30. Entradas: $ 40. Jueves: estudiantes y jubilados $ 20


Lucas Frioli

jueves, 15 de enero de 2009

“¡Mentira! ¡Mentira! ¡No tiene perdón!”




Es un verso del tango “Mentira” que Celedonio Flores y Francisco Pracánico compusieron en 1932. Carlos Gardel lo cantaba sin falsa emoción y sin el teatro que propinan hoy algunos tangueros. Se trata, claro, de un hombre que apostrofa a la mujer que lo engañaba y no por eso se privaba de llorar de amor en sus brazos. La frase es desde entonces, y aun antes, aplicable a numerosos políticos y gobiernos del mundo. Por ejemplo, al gobierno israelí y a su primer ministro, Ehud Olmert.

Llevan a cabo en Gaza una matanza que ha causado ya la muerte de casi mil palestinos y miles de heridos: un 60 por ciento eran o son civiles y casi 300 fueron niños. El pretexto: defensa propia en razón de los continuos ataques con misiles de Hamas. La verdad: “Cualquiera que observe con honestidad el desarrollo de los acontecimientos en los dos últimos meses descubrirá que los (cohetes) Kasam tienen un contexto. Fueron casi siempre arrojados después de operativos de asesinato de las FDI, y de éstos hubo muchos. La pregunta de quién empezó no es infantil en este contexto. Las FDI volvieron a las operaciones de exterminio y en gran escala. Y su consecuencia fue el incremento de los disparos de Kasam”. Este análisis puede leerse en el diario israelí Ha’aretz del 9 de febrero del 2007. Está firmado por Gideon Levy, el periodista también israelí que Vargas Llosa elogió por su valentía intelectual.

Otra del gobierno Olmert: Hamas no respetó la tregua acordada a mediados de junio del 2008 que expiraba en diciembre. La verdad: tropas israelíes la rompieron el 4 de noviembre irrumpiendo en Gaza y matando a seis palestinos (www.guardian.co.uk, 5-11-08). Las FDI volvieron a romper la tregua el 17 de noviembre matando a un líder de Hamas. La respuesta palestina: más Kasam. Y luego: Tel Aviv no se cansa de repetir que Hamas usa escudos humanos para combatir a las FDI. Parece que es al revés. Un comunicado de Amnesty International detalla: “Nuestras fuentes en Gaza informan que soldados israelíes han entrado y tomado posición en varios hogares palestinos, obligando a las familias a permanecer en la planta baja mientras ellos usan el resto de sus casas como base militar y en posición de francotiradores” (www.amnesty.org, 7-1-09).

La Franja de Gaza contiene en sus 360 kilómetros cuadrados a una población de casi millón y medio de palestinos. Si los cohetes de Hamas llegaran a Tel Aviv y alcanzaran el barrio residencial donde está ubicado el Ministerio de Defensa israelí, ¿sería justo decir que Israel usa escudos humanos para defenderse de los Kasam? Vaya una observación interesante de Malcolm Smart, miembro del Programa de Amnesty para el Medio Oriente y el norte de Africa: “El ejército israelí tiene plena conciencia de que los tiradores palestinos suelen abandonar el lugar después de haber disparado. Cualquier ataque de represalia contra esas casas dañará a los civiles, no a los tiradores, en la mayoría de los casos”. El comunicado de Amnesty agrega que la ocupación de casas palestinas por soldados israelíes ha sido una práctica frecuente en el pasado y que “en otros casos, han obligado a civiles palestinos, a punta de fusil, a entrar delante de ellos en los edificios donde temían que pudiera producirse un ataque”.

El gobierno Olmert justificó el bombardeo de una escuela de la ONU instalada en el campo de refugiados de Jabaliya arguyendo que desde allí habían hecho fuego contra sus efectivos. Después de unos días, tuvo que rectificar: las FDI habían cañoneado sin más trámite a quienes se guarecían en la escuela matando a 40 civiles. Lo mismo sucedió –entre otros– con el ataque a un camión que transportaba gas y no Kasam, como Tel Aviv adujo al principio. En verdad, Israel desató una guerra de exterminio.

“¿Sucede acaso que esta guerra es el laboratorio de los fabricantes de muerte? ¿Acaso es posible que en el siglo XXI se pueda encerrar a un millón y medio de personas y hacer de ellas todo lo que se quiera llamándolos terroristas?” Es una pregunta que formularon los médicos noruegos Mads Gilbert y Erik Fosse –hace 20 años que prestan asistencia en Gaza como miembros de la ONG Norwac– al salir de la Franja vía Egipto (Le Monde, 12-1-09). Habían atendido a “víctimas de lo que tenemos todas las razones para pensar que se trata de un nuevo tipo de arma, ensayada por los estadounidenses, conocida con el acrónimo DIME (Explosivo de Metal Inerte Denso)”. Los DIME son poderosos, su radio de acción es de 10 metros, a quien está a tres metros de la explosión le parten el cuerpo en dos, a los ocho, le cortan limpiamente las piernas.

Human Rights Watch ha denunciado el posible empleo de bombas de fósforo blanco contra los palestinos. Son de uso militar permitido para crear cortinas de humo, pero no en zonas pobladas, según establece el convenio de la ONU sobre armas convencionales (www.hrw.org, 10-1-09). Preguntado al respecto, el mayor israelí Avital Leibovitch aseguró que las FDI “no utilizan armas que el derecho internacional prohíbe. Otras naciones usan bombas de fósforo y tenemos el derecho a no hacer comentarios sobre el tema”. Es cierto, las FDI tienen ese derecho. Y los palestinos, el derecho a no ser desollados vivos. Ni siquiera a ritmo de tango.



Juan Gelman. Contratapa del Diario Página 12. 15 de Enero de 2009

lunes, 12 de enero de 2009

¿Para qué?


Por esas cosas de la vida, cuando me enteré iba en el tren, sudando y renegando, en el minúsculo espacio para las bicicletas. En ese furgón que tanto asusta a los chicos bien, al que nadie escapa y en el que muchos se amontonan. La pena fue inmensa, el desasosiego, la pesadumbre. Qué cosa tan extraña es todo esto. Mira si será la vida tan turra que te quiebra las dos gambas de un suplido. La puta madre Bocha, nos dejaste como siempre, de un momento a otro, sin siquiera avivarnos. La puta madre Bocha...

Si vos te vieras ahora, en los títulos de TN, insultarías a propios y extraños. Son las trampas de este mundo que tanto criticaste. Hoy, Bocha, serás noticia, mañana algún diario te dedicará una página, dos. Dentro de un par de días, otros temas ocuparán los titulares ¿Quién es el caradura que mide la importancia de las cosas? Es un rockerito, un falopero, argumentarán las viejas mirando el noticiero. Pero, cuánto podrán decir de Sokol, con sus enredos y sus conquistas. ¿Cuánto? Nada. Hay tres clases de personas: 1) las que se acomodan al sistema perfectamente; 2) los que se acomodan a los tumbos y 3) los que no nos acomodamos. Esta última podría dividirse en dos ramas más: a) los que le buscan la vuelta y b) los que no lo resisten bajo ninguna circunstancia. El Bocha era de esta última camada de humanos. Como Luca. Vaya uno a saber detrás de qué sierra se esconderán.

Aunque el olvido sea tan ingenioso y hábil muchas veces, prometo no olvidar. Cuando con “Shine” brillaban todos los desalmados amontonados. Cuando cantaste con Gaby esa melodía exquisita que significa “Abejas”. O “Mareada”. El baile sobre el escenario, las entradas enloquecidas, y hasta cuando cantabas fuera de ritmo. Bocha, querido, cuánto te vamos a extrañar. Tanto el vacío, tanto el espacio y tan cruel el destino.

¿Pará qué Bocha? Nos dejaste solos y llenos de miedo... Hasta siempre, hasta pronto!!!


Lucas Frioli. Baldosas flojas


jueves, 8 de enero de 2009

Los ojos y las vendas


¿Cómo tolerar las injusticias? ¿Qué hacer ante ello? Un poco de muchas cosas, sería lo mismo que decir: falta mucho de muchas cosas. Casi siempre, las injusticias se toleran porque se omiten (y olvidan) o se distorsionan (y reciclan). Las palabras portan sentidos y valores culturales instaurados de antemano, algunos más fáciles de precisar que otros, pero que, indefectiblemente, colaboran con estas finalidades. Vamos al caso especifico de “Franja de Gaza”. Llamar “guerra” a la invasión iraquí y “terroristas” a los palestinos constituye un ejemplo de distorsión. Consideramos “guerra” a un enfrentamiento armado y beligerante entre dos países. ¿Por qué los periódicos insisten con el término? ¿Por qué se supone que es tan necesario bombardear escuelas y universidades? ¿Por qué considerar a los palestinos (todos) “terroristas”? Es más fácil que el gran público lector (de todos los medios) digiera las injusticias. La utilización de las bombas kasam por parte de integrantes de Hamas no permite tildar de terrorista a toda la comunidad palestina. En contrapartida habría que culpar a los responsables, no disparar por si las moscas a propios y extraños. Es grave y triste: la quinta potencia militar a nivel mundial arrasa una región y mata (la distancia sólo posibilita semejante frialdad) 200 personas del brazo armado de Hamas, pero el resto, los civiles, los chicos, las mujeres, los hombres... La importancia no debe atribuirse a quién muere sino a la muerte.

El otro ejemplo es más hiriente. Dijimos que las injusticias se toleran mediante dos elementos: la distorsión y/o la omisión. Vale subrayar que debe entenderse injusticia en tanto público mundial que recibe la información ya masticada, lista para digerir junto a la cena. Omisión es lo que hace, por ejemplo, Obama. Para los ilusionistas que veían a Obama como esperanza y se burlaban de la definición de Chomsky. Para ellos la omisión de Obama. No dijo nada. Un silencio estremecedor que paraliza almas. De Bush ¿qué se puede esperar? Lo mismo para con los demás dirigentes europeos, el primer ministro inglés entre ellos y tantos otros. Un vacío estrepitoso entre el cielo, cincuenta kilómetros de tierra y miles de luces que pronto detonarán a espaldas de los más débiles, como siempre, mientras unos omiten y otros distorsionan. Existen tantas vendas como ojos dispuestos a utilizarlas.


Lucas Frioli

Roberto Arlt

    Fragmento de "Discurso del astrólogo", en "Los siete locos" (1929)

[...El Astrólogo] Dijo:
­ Sí, llegará un momento en que la humanidad escéptica, enloquecida por los placeres, blasfema de impotencia, se pondrá tan furiosa que será necesario matarla como a un perro rabioso...
­ ¿Qué es lo que dice?...
­ Será la poda del árbol humano... una vendimia que sólo ellos, los millonarios, con la ciencia a su servicio, podrán realizar. Los dioses, asqueados de la realidad, perdida toda ilusión en la ciencia como factor de felicidad, rodeados de esclavos tigres, provocarán cataclismos espantosos, distribuirán las pestes fulminantes... Durante algunos decenios el trabajo de los superhombres y de sus servidores se concretará a destruir al hombre de mil formas, hasta agotar el mundo casi... y sólo un resto, un pequeño resto, será aislado en algún islote, sobre el que se asentarán las bases de una nueva sociedad.
Barsut se había puesto en pie. Con el entrecejo fiero, y las manos metidas en los bolsillos del pantalón, se encogió de hombros, preguntando:
­ Pero, ¿es posible que usted crea en la realidad de esos disparates?
­ No, no son disparates, porque yo los cometería aunque fuera para divertirme.
Y continuó:
­ Desdichados hay que creerán en ellos... y eso es suficiente... Pero he aquí mi idea: esa sociedad se compondrá de dos castas, en las que habrá un intervalo... mejor dicho una diferencia intelectual de treinta siglos. La mayoría vivirá mantenida escrupulosamente en la más absoluta ignorancia, circundada de milagros apócrifos, y por lo tanto mucho más interesantes que los milagros históricos, y la minoría será la depositaria absoluta de la ciencia y del poder. De esa forma queda garantizada la felicidad de la mayoría, pues el hombre de esta casta tendrá relacion con un mundo divino, en el cual hoy no cree. La minoría administrará los placeres y los milagros para el rebaño, y la edad de oro, edad en la que los ángeles merodeaban por los caminos del crepúsculo y los dioses se dejaron ver en los claros de luna, será un hecho.

Roberto Arlt

De tanto en tanto

Camina un hombre flaco. Camina. Rumbo incierto y mirada esquiva. Camina desierto como el tiempo. Camina. Y libertad no encuentra aunque camina y continúa caminando. Se para ante un kiosco de diarios y revistas. Pleno Once, mitad de la mañana y un obispo, observa, repudia el aborto bajo cualquier circunstancia. La muerte es, al fin, algo más que una costumbre.
Sigue su paso, aunque el no tiene objetivo. Ya atardeció y en una pantalla gigante de una de las casas donde venden electrodomésticos, se entera quién ganó y quién perdió en el programa dónde los sueños parecen perder su esencia. Camina, despacio, desprolijo. Su andar poético, casi midiendo las baldosas, como cuando era chico. Y sobre otra baldosa, floja, quizá, otro hombre, sucio, herido, que ya no camina le ruega que lo ayude. Y camina, aunque a veces las sillas lo tienten. El no advierte una realidad fragmentada ni un futuro predecible. Camina. Continúa caminando. ¿Alguien se acuerda que Julio López desapareció?. El hombre camina con su pena. Un chico hace malabares y pide un aplauso. Fuerte el aplauso. Pide una moneda y camina en el subte. Las balas truenan lejos, pero las muertes no parecen herir más de la cuenta. Si los daños colaterales se suceden, ¿no es hora preguntarnos, por lo menos inocentemente, si son colaterales? Otra, por allí, camina sin prejuicios y todos lo juzgan. Y el que pasa al lado camina y el otro de más allá camina. Y la mujer esa camina. Caminan. ¿Alguien parará la pelota un rato? No será, seguro, un esfuerzo innecesario.



Lucas Frioli