lunes, 4 de agosto de 2008

Roberto “Tito” Cossa: “Hay que aspirar a un teatro más masivo”

Es uno de los dramaturgos más importantes del país. Autor de obras como "Tute Cabrero", "La nona" y "El sur y después". Afirma que el teatro "tiene algo que lo hace intransferible que es la presencia en vivo del actor". Sentencia Cossa: "El mundo de hoy está cargado con la imagen, se apuesta mucho menos a la palabra, a los conceptos"



"Pocos autores han alanzado tan perfecto grado de lucidez en la interpretación de la realidad social y el comportamiento de la clase media porteña como Roberto Cossa", consideró el escritor Osvaldo Soriano en el prólogo de Teatro/1. "Tito" Cossa es, sin lugar a dudas, uno de los mejores dramaturgos argentinos. Su amor incondicional al teatro se forjó desde muy chico y, hoy, con más de 70 años, permanece intacto, inalterable. Piensa, se detiene, marca los ritmos, comenta, explica, acota, reflexiona y se ríe. Habla de la sociedad aferrada al consumo, de cómo piensan los dramaturgos y dice que la única forma de acercar al público a las salas no es detener el avance de la tecnología porque "es imposible, lo que hay que hacer es buen teatro".

¿Qué puede hacer el teatro para recuperar el terreno que perdió producto del incontrolable avance de los medios audiovisuales?
Lo que hay que hacer es buen teatro. Pensando mucho más en la gente. Yo creo que la generación joven hace muy buen teatro, pero un teatro un tanto encapsulado, con salas pequeñas, pocas funciones por semanas. Creo que hay que aspirar a un teatro más masivo, aunque el teatro nunca va ser masivo porque en un teatro caben una cantidad determinada de espectadores y la obra se da una vez por día. De manera que no se puede aspirar a la masividad absoluta, pero si se puede ir avanzando para recuperar un publico que tenía con el teatro una mayor comunicación vital, no hablo del espectador especializado, el tipo que conoce y entiende de teatro, aunque no lo haga. Hablo de un público volátil, ese que va al teatro cuando siente que hay algo que le importa.

Siempre al tanto y comprometido con los problemas que afectan a la sociedad, Roberto Cossa escribió más de 20 obras, de las cuales dos ("Tute Cabrero" y "La nona") fueron en 1977 adaptadas al cine. De todas formas, a menudo, reniega con la pantalla grande: "El cine siempre le ganó al teatro, el cine es un arte masivo. Desde que empezó en la década del treinta o antes, se convirtió en un arte popular, un arte industrial, un arte de masas. Ahí el teatro empezó a sentir su primer cimbronazo y las cosas comenzaron a modificarse", sin embargo reivindica al teatro porque "tiene algo que lo hace intransferible que es la presencia en vivo del actor. El teatro tiene un estilo ceremonial que el cine no tiene".

¿Qué le preocupa al dramaturgo de hoy día?
Es muy personal eso. A cada dramaturgo le preocupan cosas diferentes. A nuestra generación le preocupaba mucho más lo político. Nuestra generación hacía teatro en una época donde se creía que el mundo iba a cambiar. Concretamente se creía en un mundo mejor, lo que era un mundo socialista, que iba a ver una revolución. Había datos universales que hacían presagiar eso. Para nosotros el teatro tenia que ver mucho con la política. Esta generación, por lógica, descree de eso, mas bien rechaza lo político. Es un teatro más desesperanzado, más hermético, con mucho más de imagen. El mundo de hoy está cargado con la imagen, se apuesta mucho menos a la palabra, a los conceptos. En la actualidad hay menos tendencia, como teníamos nosotros, a contar una historia. El teatro se modificó mucho en estos últimos treinta, cuarenta años. Y los dramaturgos de hoy registran esos cambios.

Las obras teatrales, en contraposición con las obras literarias, no permanecen intactas, son más bien vulnerables a cambios y modificaciones que dependen del director de turno. En diciembre de 2005, en una conferencia Roberto Cossa reivindicó con precisión intelectual e ironía a los dramaturgos. Sostuvo: "La novela, el cuento o la poesía son piezas embalsamadas, las obras teatrales en cambio son donadoras de órganos. La obra literaria es fiel como una señora burguesa, la obra teatral anda por las noches cambiando de marido. Una diferencia que el dramaturgo contemporáneo debe considerar como un privilegio porque seamos sinceros: las señoras burguesas serán muy respetables, pero las putas son más divertidas"


Obras más, obras menos.
Nuestro fin de semana (1964)
Los días de Julián Bisbal (1966)
La ñata contra el vidrio (1967)
La pata de la sota (1967)
La nona (1977)
El viejo criado (1980)
Gris de ausencia (1981)
Tute Cabrero (1981)
Yepeto (1987)
El sur y después (1987)
Viejos conocidos (1994)
Los años difíciles (1997)
Don Pedro dijo no (1999)

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