domingo, 17 de agosto de 2008

Pablo Alabarces: “La cuestión es demostrar quién tiene más aguante”


El sociólogo dice que para entender la violencia en las canchas, es necesario comprender la noción de aguante. Además sostiene: "el fútbol tuvo una importancia grande en la invención de algo llamado argentinidad pero no decisiva" y advierte que el deporte más popular de los argentinos no genera patriotismo sino patrioterismo.




"Voy a estar ocupado, no me pases llamadas por favor", advierte el sociólogo Pablo Alabarces a su secretaria con la seriedad propia de un estudioso. La oficina, más bien chica, con un escritorio a tono con la biblioteca y papeles aun en el sitio más remoto donde la mirada se clave, tiene vista a la calle. Seguro que el ruido de los autos y el smog le molesta, pero no reniega, al menos en una hora de plática. Ni Comte ni Durkheim habrían imaginado que el fútbol lograra convertirse en un hilo conductor de narrativas tradicionalistas e identificatorias de una sociedad. Sin embargo lo es: "la respuesta fácil sería decir que el fútbol es un deporte de masas, la respuesta más compleja es, en realidad, un grupo de tradiciones, un grupo de relatos y un grupo de identidad, desde el nivel micro, el nivel barrial, hasta el nivel nacional".
- ¿Por qué dentro del imaginario social de los argentinos, el fútbol es tan importante?
Hay épocas en las que parece que estuviese desbordado y no lo es tanto. Quiero decir, acá lo que es necesario hacer, es pensarlo históricamente. Si vos lo que haces es mirarlo un mes antes del mundial, sonaste. Llegas a la conclusión de que si hay algo que inventó la argentinidad es el fútbol. Cuando uno lo ve históricamente en dimensiones más extensas, tranquilamente y por fuera de la influencia de los medios, el fútbol tuvo una importancia grande en la invención de algo llamado argentinidad pero no decisiva, ni cosa que se le parezca. Esto es, por supuesto que sin el fútbol Argentina hubiese sido distinta, pero no tan distinta. Sin la inmigración Argentina hubiese sido radicalmente otra, sin el peronismo también, sin el fútbol hubiera sido distinta y nada más. Esto no es desvalorisarlo, sino colocarlo en su justo lugar.
- Entonces... el fútbol es sólo un elemento de la identidad nacional
Sí. Esto uno lo experimenta corriéndose un poco de Buenos Aires. Digo, por ejemplo, la mitología por la cual el tango es la música nacional se disuelve apenas uno se aleja 40 kilómetros de la General Paz. Y así uno podría seguir. Es muy bueno en ese sentido el último libro de Martín Caparroz (El interior), que intenta armar una especie de collage de su viaje por el interior, de Buenos Aires para el norte. Qué significa ser argentino: participar de un relato en el cual figuran el Charro Moreno, el Sudamericano del 47, los Carasucias del 57 y Maradona del 86. El fútbol contribuye a armar ese relato, esa imaginación nacional. Ahora si el fútbol contribuye a generar mas patriotismo, no. Contribuye a generar más patrioterismo, que no es lo mismo, y muy especialmente los últimos años donde se transforma en un argumento de ventas. Un colega chileno decía que el deporte es un ingrediente fundamental de lo que podemos llamar nacionalismo de mercado, en el cual lo patriótico es un argumento de venta. Si uno se guía por la publicidad de Adidas, de CTI, de Nike, de Coca Cola o de Quilmes, por ejemplo, la Argentina no existiría si no existiese el fútbol.
Pablo Alabarces obtuvo en 1987 la licenciatura en Letras en la UBA, en 1999 un Magister de Sociología en la Universidad Nacional de San Martín y un doctorado en Filosofía en la Universidad de Brighton (Inglaterra) en 2002. Con la ingrata presencia del nublado cielo inglés escribió parte importante de su obra fundamental "Fútbol y patria. El fútbol y las narrativas de la nación en Argentina". No obstante, el pseudo-debate mediático que generaron los hechos de violencia en las canchas del fútbol argentino volvió a poner en el eje de la discusión el tema de las hinchadas y particularmente las barras bravas. En sus libros "Crónicas del aguante" e "Hinchadas", Alabarces enfatiza sobre tal polémica.
¿Por qué se suscita la violencia en el fútbol?
Hay una cosa en el fútbol y es que tiene una autonomía importante, esto es, cosas que se producen en el interior del estadio o dentro de la cultura futbolística y no se producen afuera. Porque está la idea del estadio como zona liberada, por eso la idea de demostrar la posición de aguante en relación con el fútbol es válida, pero demostrar la posición de aguante en una oficina no es tan valido.
Creo que la violencia funciona para muchos actores como una forma de estirar los limites de la conciencia. Funciona como una suerte de droga no sintética. Una especie de adrenalina, que es muy satisfactoria y muy placentera para muchos.

¿Por qué un hincha puede llegar a dar la vida por sus colores?
Es una relación puramente discursiva que sostiene que esos colores se llevan en el corazón, el corazón a su vez como metonimia del sentimiento y entonces ahí lo que se arma es una relación que se dice puramente pasional. Cuando digo que se dice puramente pasional, es porque en realidad hay una racionalidad atrás, decir que es pasional y en consecuencia justificar absolutamente todo. Esto no es como dice el viejo mito hay razones del corazón que la razón no entiende. Las razones del corazón también se entienden y en los últimos 20 años especialmente hay una deliberada construcción de un discurso de las pasiones y de los sentimientos que arma una especie de educación sentimental de los argentinos según la cual ser hincha de fútbol, es lo más auténtico que puede tener un ser humano. A partir de ahí se arma todo este relato en el cual están los colores en el corazón, te sigo hasta el cajón y todas esas pavadas.
¿Puede, entonces, considerarse fundamentalismo?
En la cultura argentina hay fundamentalismo de toda clase. Los Menottistas y Bilardistas son fundamentalistas. Yo prefiero no seguir esa línea porque está el riesgo de que rápidamente comparas a los hinchas de Almirante Brown con talilbanes y, aquí, no hay religión. Acá no hay Corán, no hay Mahoma ni nada que se le parezca, por eso en este sentido prefiero no usarlo. Lo del fundamentalismo me gusta más para pensarlo en termino de estas ideologías casi sacralizadas como son el menottismo y el bilardismo. Afortunadamente parece que van en retroceso, pero ahí si hay fundamentalismo biológico. Por el otro lado se trata de intolerancia, no de fundamentaslismo, esa intolerancia que arranca en el tengo aguante y termina en el no existís...
¿La metáfora de dar la vida es un extremismo?
Sí. Más que el dar la vida por los colores, está la noción de aguante. Lo que hay que demostrar no es que uno puede dar la vida, sino que uno puede tener aguante. La cuestión es demostrar quién tienen más aguante... Y eso sí es el operador más fuerte en la violencia...

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